Vivimos en una sociedad donde los valores escasean, están
de baja. Se oye decir mucho: “¡Qué más da… ¡Todo da igual! Este
encogerse de hombros y de energías, singular reflejo de una crisis de
vida, de una época de desaliento y desencanto, de confusión y de
promesas incumplidas, de falta de horizontes…me parece que tiene una
causa: falta de valores. De entrada digamos que no todo da igual. No es
lo mismo ser solidario que no serlo. No es lo mismo la fidelidad que la
infidelidad. No es lo mismo la bondad que la falta de bondad. No es lo
mismo la gratitud que la ingratitud. No es lo mismo la responsabilidad
que la irresponsabilidad. No es lo mismo la sinceridad que la
insinceridad. Las cosas no valen todas igual. Las cosas tienen cada una
su propio peso. Cada cosa es portadora de valores y hay que
descubrirlos.
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